Era la primera vez que pisaba un local de esas características. Llevaba años pensando, de vez en cuando, en ir y satisfacer mi curiosidad pero la vergüenza ganaba la batalla. Incluso había llegado a hablarlo con algunas de mis mejores amigas y en más de una ocasión, estuvimos a punto de llevarlo a cabo. Supongo que la educación cristiana a la que me sometieron de pequeña ha favorecido que me costase dar el paso y pasar del dicho al hecho.
Fue relativamente fácil hacerme con la dirección de uno de los muchos locales que habían proliferado como setas en el último año. Continue reading